Por el silencio de una amistad que retuvo
o contuvo una pasión inexistente aunque
convivió con la amenaza de la curiosidad.
Alzadas manos que inconclusas
no sellaron
futuras comparecencias,
líneas oclusivas
sobre la palma reposada
de una lectura
que no auguró nada salvo
tópicos y energía
malgastada.
Puedes
salvo que la sinergia de la comodidad
avance líneas en la posición del sofá
salvo que la cantidad de canales de televisión motive más que un cuerpo desconocido.
Y entonces el tiempo
que no se ha detenido
regrese exigiendo cumplir
las promesas
que hicimos
de algo que nos importe más
que nosotros mismos: promesa a la fecundidad de los 35, la música cadente que suena
cada vez
que conjugas la sonrisa y el verbo
en otras líneas de diálogo que no tienen que ver
con lo desconocido.
Se invocan amistades nuevas
que no cumplen
el requisito pues:
contienen promesas de realidad
y la oportunidad fértil del dolor.
Sigue el consejo de un metrónomo,
en cualquier caso entiendan que
comprendo
la amistad como un trámite o como un proceso muchas veces de silencio sobre un tiempo
otras como un vertido de versos autoconclusivos
y siempre como una oportunidad de fallar
por más que la experiencia nos haya enseñado
la extraña diferencia entre cercanía
y posibilidad.
El tiempo acelera un diálogo, no sabemos dónde nos llevará
la amistad.