Te dije al oído
sin conocerte siquiera
como quien sabe que los signos
entre desconocidos tienen
mayor relevancia frente al silencio;
me gustas mucho.
No utilicé absolutos,
podría haberte susurrado
que después de 27 años de ausencias
tu rostro -limítrofe a mi desesperación-
era lo más cercano a la belleza
que mi autoestima -en su punto más álgido-
cercenara con frases inadecuadas
como aquél:
me gustas mucho.
Pero debió llegarte
como el rumor de la algaida.
Y pasados dos o quizás
tres años
me recordaste -una noche
en la que volví-
con mirada infame,
que te llegó
la marea
y en ella mis frases
inadecuadas
para ligar palabras
que no significaron nada.
El tiempo recuerda tu elección;
cuando el pasado promete
el presente implora promesas.
Yo te acepté en facebook
y ahora veo las fotos
con las ganancias mediante.