miércoles, febrero 28, 2007

El ojo que todo lo ve

El ojo que todo lo ve
está ciego
lisiado por el claroscuro
por el tenebrismo
y por la experiencia absoluta
hacia la inexperiencia del absolutismo.
Nada fructifica,
no hay aprendizaje
sólo construcción en el aire
autodidacta.
No hay maduración
sólo maceración de laceraciones
y versos ínclitos que versionarán al alza
las consonancias que ahora evito
porque el lenguaje de mi vida
ha omitido el nombre
por el mensaje.
Porque el personaje
ha elegido conforme
a lo inesperado
en un gradiente
hacia la imagen fugaz
de una imagen feliz.

El duelo

En la fábula
en la mentira
en la estrategia de la no estrategia
habita un romántico ideólogo de posibilidades
y de prohibiciones. Un herido grave por las fechas,
un pronto olvido, un olvidado en el funeral,
un recurso gratuito para las proposiciones,
para la indignidad.
Ven a mí
ven a mí
ven a mí

Susurran en la ausencia los inolvidables.
No podré hacer pretexto de esta vivencia.
Duele demasiado como para recordarlo.
Ahora sólo quiero dormir
sólo quiero dormir
y sólo quiero despertar.
He decidido que puedo renunciar a todo
que quiero renunciar a todo
si es el todo lo que me espera.

Si el vértigo no me suicida
no lo hará el recuerdo ni la presencia.

lunes, febrero 26, 2007

Abierto a media jornada

Cuando escribir no significa nada
salvo dar señales de vida
o mantener bajo llave la praxis
para anunciar el nuevo comienzo
en un futuro no muy cercano
ni certero.

He vuelto, por oposición a las mareas y a las inercias que crecen.
Por violencia, por despecho, por indignidad, por desamor, por desesperanza, por metáforas, por metaliteratura, por todo y por nada.
Para destruir lo imperecedero.
Para ser el loco, para ser el cuerdo.
Para ser el mejor hombre que puedo ser.